domingo, 24 de julio de 2011

Día nuevo, entrada nueva

Chapter 1



Era de noche cuando desperté bañado en un sudor frío, y mi mente no dejaba de mostrarme las imágenes que había soñado recientemente, y que me ponían la piel de gallina. Unos ojos. Unos ojos color esmeralda expresando un sentimiento. Un sentimiento de alarma, de miedo. Unos ojos que me pedían ayuda, y que al no encontrarla desaparecían en la oscuridad de mi sueño. Y veía todo negro.

Quedaba una hora para las 7:30, así que me levante de la cama, y empecé a preparar todas mis cosas para ir a clase. Deje mi mochila preparada encima de la cama, en frente de esta, donde estaba la silla deje la ropa, cogí unos calzoncillos y fui a ducharme.
Me llevó 20 minutos para enjabonarme el pelo, el cuerpo, quitarme el champú y el gel, y exfoliarme la cara con un jabón especial. Después de un mes utilizando ese exfoliante los efectos se empezaban a notar.
Salí de la ducha y cogí mi albornoz, me sequé, me  puse mis calzoncillos rojos y fui a vestirme a mi habitación.
Me puse unos pantalones largos, negros y ajustados, una camiseta sin mangas blanca, ajustada también, y encima de esta una camisa negra de manga corta desabotonada. Los calcetines fueron los primeros que pillé ya que no se verían, al igual que mi ropa interior, y unas “converse” normales, no la mierda que ahora salía al mercado.

Ya eran las siete, así que decidí esperar leyéndome un libro. Cuando quise darme cuenta eran las ocho, tenia 30 minutos para llegar al instituto, así que cogí mi mp3, cartera llaves, móvil, y metí en la mochila el libro que me estaba leyendo entonces. Se llamaba “Empezare Por Un Te Quiero” trataba de un policía en busca de un criminal, a pesar de que con ese nombre tenia mas pinta de historia de amor. Lo que me resulto curioso fue que el pueblo donde se sitúa la historia es el pueblo en el que yo vivo: “Altia”.

Puse algo de John Mayer en mi mp3 y salí de mi casa directo a mi instituto.
Llegue allí en quince minutos, lo que me dejo otros quince para entablar conversación con mis compañeros, y la chica del cual estaba completamente prendado. Su nombre era Sara, la fantástica y bella Sara, tenia mi edad, era rubia con los ojos de color esmeralda, y aunque eso era lo de menos los pechos mas grandes que mis ojos habían visto –entonces-, su cuerpo era perfecto, en la línea, pero lo que mas me gustaba de ella, eran sus labios y la expresión que ponía cuando se reía, su personalidad dulce y graciosa hacía que todo el mundo se enamorase de ella. Ese era el problema por el que es fácil deducir que tenía novio, y no un novio cualquiera, su novio era el nuevo y famoso Cristian Villa, que llego hace unas semanas de otro instituto. Desde que empezaron a salir vi a Sara con otros ojos, con los ojos de un amor platónico, el cual sabes que nunca podrás conseguir.

Entre por la puerta de mi clase, en la cual mi profesora de matemáticas ya estaba pasando lista.
-Siéntense todos y tiren los chicles a la papelera. Si no quieren ser sancionados apaguen los móviles o désenlos a la profesora mas próxima, en este caso moi.-le cambio la expresión de la cara a una mas amistosa, y dijo- en serio me vendría muy bien que me dieseis algún móvil de esos vuestros que el mío desfaso hace siglos.
-¡Di que si profe renuévate!- se oyó una voz por el fondo, lo que provoco la risa de todo el mundo, incluso de la profesora.
-Si, si, no me vendría nada mal. Bueno dejémonos de tonterías, y al tema, abrid el libro por la pagina 150.
Y así lo hice, saqué mi libro de matemáticas de 4 de la eso, yo realmente era un alumno prodigio, con un único fallo, me distraía con cualquier cosa.
-¿Lucas estas de acuerdo?
-...
-LUCAS- esa era la voz de la profesora que yo no escuchaba.
Mi compañero me dio un golpe fuerte en el brazo, y me recupere de mi estado de ensimismamiento.
-E si ¿me decía?
-Le decía joven Lucas que si estaba de acuerdo.
-Si claro- respondí sin pensarlo.
-Pues entonces baje a por un parte de incidencia.
-Puedo preguntarla el motivo profe.
-El que ya le he explicado.
-Puede repetirlo.- respondí estresado.
-El de masticar chicle en clase habiendo dicho a principio de esta, que se tirasen esas dichosas gomitas, queda claro.
-Profe yo no estaba comiendo chicle.
-Tío te he visto hacer una pompa enorme- me dijo mi compañero en bajito, a lo que le respondí con un codazo.
-Por esta vez que pase, porque no estoy segura, pero cuando lo este.
-Es imposible estarlo- murmure.
-Que has dicho.
-Que es imposible estar seguro al cien por cien de algo.
-Y en que basa esa teoría.
-Bien veamos, cuantos alumnos de clase han hecho los deberes.
-Todos claro ¿verdad?- dijo la profesora fulminando a la clase con la mirada.
-Bien supongamos que pasa a ver los deberes, y todos los alumnos los tienen hechos.
-A donde quiere llegar con todo esto.
-Déjeme continuar... supongamos que todos los alumnos han hecho los deberes. Dígame de que manera puede decirme con toda seguridad, al cien por cien, que ninguno de los aquí presentes a copiado sus deberes.- la profesora se callo durante un rato.
-Lucas esto no es un sitio para debatir así que si no le importa siéntese y déjeme dar clase.- No me había dado cuenta. Cuando la profesora me dijo eso salí de mi ensimismamiento dándome cuenta de que estaba de pie en frente de la pizarra encarándome a la profesora, la cual se había quedado muda.

-Joder tío, Joder, has visto su cara de pasmada- dijo el que se sentaba a mi lado después de terminar la clase de matemáticas.
-La tenía en frente, como no iba a verlo.
-Por cierto... ¿De donde leches has sacado ese discursito?
-No se, se me fue ocurriendo por el camino.

La siguiente clase fue de física y química, y después llego el recreo, en el cual Carlos mi compañero de mesa se puso a hablar de lo que ocurrió en clase de matemáticas, y de la cara de la profesora, lo que más agradecí al capullo de mi amigo, es que Sara no paraba de mirarme, unos segundos antes de que tocase, vi a Sara acercarse a mi, entendí el porque cuando vi a Cristián detrás de mi diciéndole a Sara que fuese con el, no se acercaba a mi, si no a su novio. Entonces todo ocurrió muy deprisa. Miré al suelo y vi las piernas de Sara cerca de mí, subí un poco la cabeza, y vi su mano, y cuando su hombro chocaba contra el mío, y su mano buscaba mi mano lo sentí, sentí algo entre mis dedos, era una carta, una carta escrita por ella. Y sonó el timbre.
Tuve que aguantarme hasta llegar a casa para poder leer la carta tranquilamente.


Hola.

Lucas, te lo tenia que decir de alguna manera...
Me gustas mucho, pero mi novio es un capullo, y ni si quiera puedo cortar con el porque probablemente me pegaría, necesito que me ayudes a dejarle, por favor.
Detrás de la carta he puesto mi numero de móvil y mi correo, tienes que tener cuidado, porque el mira los dos, a partir de las siete de la tarde se va una hora al gimnasio, entonces, solo entonces me puedes mandar mensajes al correo.
Ayúdame por favor.
Sara.


Acto seguido me dispuse a escribir mi respuesta. Eran las seis y media, solo quedaba media hora para poder mandar el mensaje así que estuve treinta minutos pensando que podía poner.
Estaba tan nervioso, tan atacado, que cuando fui a coger el reloj de mi mesilla se me escurrió entre los dedos, y se callo al suelo, lo recogí y lo deposite de nuevo en la mesa, para volver a concentrarme en el mensaje.
Este fue el resultado final.


Hola ^^
Sara llevo años enamorado de ti, y nunca supe como decírtelo. Porque no hablas con tus padres, ellos podrán hacer algo por ti ¿no? Vamos, hasta el momento es menor de edad, pero aun así puedes denunciarle.
Mañana te haré llegar mi numero de teléfono, sinceramente no me gusta mandarlo por correo por si las moscas.

Haré todo lo que pueda
Lucas.


Mire mi reloj, se me había echo un poco tarde, eran las 19:05.
-Por cinco minutos no va a pasar nada ¿no?- y lo envié.
Siempre tiendo a equivocarme, esta vez, no fue una excepción.

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